miércoles, 16 de junio de 2010

esto no es música

Nota: a todo aquel que lea esto, especialmente Odal Orto (que creo que es el único que me lee), necesito saber si dejar este texto tal cual, es para el tercer libro, o le sobran frases o párrafos. Agradezco opiniones y correcciones. Obsérvese que tiene un ritmo que no quiero perder. Gracias.

Al salir de la biblioteca mi ojo izquierdo me lleva a comprar música, me obliga a correr por la calle Santa Engracia y me dice vas a ver. Cuando entramos en la tienda oigo un violín y un piano. Veo varias personas que trabajan sentadas frente a un ordenador. Alguien dice esto no es Mozart. Mi ojo izquierdo se fija en un chico con perilla y suéter rojo y me dice al oído ése es el chico de suéter rojo, siempre hay que dirigirse al chico de suéter rojo, todo lo que necesites pídeselo a él.

Mi ojo izquierdo entonces me empuja hasta el chico de suéter rojo y le saluda y le dice que sabe que el misterio y la sorpresa, que sabe que el olor a menta y los jerséis de lana, que todo eso se guarda en pequeñas cajas de plástico que son cds de música que almacenan en el sótano. El chico de suéter rojo asiente y dice sí y cuánto tiempo y ya era hora y algo más que no llego a entender. Luego nos damos un breve apretón de manos.

Ir con mi ojo izquierdo a comprar música no es comprar música porque dice mi ojo izquierdo que esto no tiene nada que ver con los pentagramas ni con lo que te enseñan en el conservatorio desde los ocho años y dice que tocar bien un clavicordio o una tuba no significa un pimiento si no conoces el principio y el final, si no se te pone la piel de gallina oyendo algo de Glenn Gould o Eddie Vedder y que si andante con moto y maestoso y quasi allegro y una mierda y dies irae y gloria in excelsis.

Mi ojo izquierdo le dice al chico de suéter rojo que por favor, que quiere una voz, que quiere un violonchelo y también algo de otoño o música de réquiem. Eso es todo lo que quiero, dice. El chico de suéter rojo hace una rápida búsqueda en el ordenador, luego anota algo en un papel, se levanta y dice que no tardará mucho y que verá qué puede hacer. Baja al sótano. Pasan cuatro, cinco, seis minutos. Cuando regresa le ofrece a mi ojo izquierdo tres pequeñas cajas de plástico, tres cds de música que en realidad dice mi ojo izquierdo no son de música porque son sus tres deseos, sus tres palabras mágicas transformadas por el chico de suéter rojo en discos de 1,2 milímetros de policarbonato de plástico y vámonos corriendo a casa que los quiero pasar a mp3.

2 comentarios:

  1. Hombre, así de pronto sobrar no sobra nada, claro que ver una parte del todo quizá no ayude.

    Por cierto, la duda ofende :-)

    Abrazos y carantoñas jaja

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  2. por los comentarios, lo que está claro (y por los mails) es que sólo me lees tú, amico mío.

    jajaja

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